domingo, 19 de abril de 2015
martes, 23 de septiembre de 2014
Gotham - Piloto
Las perlas rebotan en el suelo antes de que el matrimonio Wayne muera. Su sangre se mezcla con algunas de las perlas del collar de Martha Wayne. Es casi como un ritual que termina cuando Bruce aulla por el dolor. Su grito es como el de un murciélago. Gotham es un lugar peligroso, pero no tan podrido como nos hicieron creer. Al menos esto es lo que vemos desde la perspectiva de un joven James Gordon (Ben McKenzie).
A grandes rasgos, la serie se asemeja mucho al comic Gotham Central, incluso parece que cumple esa promesa de adaptarla que se hizo hace años. Entonce Nolan no había dejado su impronta en la franquicia. Desde el vamos, la influencia de la última trilogía es patente en cuanto a la búsqueda del lado más verosímil de los personajes y un entorno mucho más realista. El guionista Buno Heller hizo las tareas. Se nota que conoce el cómic y el ambiente en el que se mueven los personaes. Los saca de la faceta a la que estamos acostumbrados y los pone en lugares que tienen mucha lógica y funcionan muy bien. En Gotham todavía son personas sin alter egos. La mayoría, incluso Selina Kyle (Camren Bicondova – que se parece mucho a Michelle Pfeiffer) aparecen en cameos como víctimas de esa ciudad. Hay algo en ellos que espera el nacimiento de Batman para poder pasar la línea de lo creíble y la de la cordura. Tal vez los cambios más notables sean los de Alfred Pennyworth (Sean Pertwee) que se asemeja más a su personificación actualizada en Batman Year one. Es un hombre duro, recto que no tiene el encanto del caballero inglés. Más notable aún es el de Oswald Cobblepot (,Robin Taylor) aquí es más siniestro que patético y luce todo el tiempo su personalidad manipuladora.
Gordon y Bullock (Donal Logue) cumplen los roles de policía bueno - policía malo que sabe moverse en esa ciudad, incluso rompiendo la ley si es necesario. La faceta moral de Gordon es interesante, sin embargo chocan un poco ese idealismo por hacer las cosas bien con mucha ética y por supuesto, el talento policial. Los otros policías que aparecieron fueron Allen (Andrew Stewart-Jones) y Montoya ( Victoria Cartagena) bastante desfasados temporalmente con respecto al cómic, pero andan muy bien en la serie como antagonistas dentro del mismo cuerpo de policía.
La historia del piloto de Gotham no sorprende, es una serie policial que utiliza los lugares comunes del género, incluso el giro del medio del capítulo es un poco cliché. Es interesante como va introduciendo la mitología de Batman en la serie y el trabajo de personajes. Sin embargo eso no es suficiente para que sea una gran serie, ni que explote el material que tienen en esta franquicia, sobre todo Gotham central.
Hay que ver cómo sigue.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Día de la historieta - Un análisis histórico
A las historietas solamente se las conseguía en kioscos de revistas. Ha cambiado mucho desde esos tiempos, incluso más si nos ponemos a pensar que el primer número de Hora cero aparecía un 4 de Septiembre sin timidez. Fue un poco antes de que los rusos lanzaran el primer satélite artificial, Sputnik 1. El país pasaba por la dictadura de Aramburu y una de las tantas reformas de la constitución. Hacían falta personajes que cambien el gusto del día a día. Que semana a semana pudiesen dar esas historias que hicieran despertar algo más que emociones. Las historietas de Oesterheld lograron más, que los lectores crezcan y piensen. Eran obras hechas con pasión y ganas de superarse constantemente. El Eternauta, Ernie Pike y tantos otros aparecieron en el momento justo y Oesterheld terminó de hacerse su lugar en la historia. No por nada, el 4 de Septiembre se terminó convirtiendo en el día nacional de la historieta.
La cultura de lectura de historietas se fue introduciendo cada vez más en el nicho social de los argentinos. Durante décadas las viñetas supieron mantener un lugar entre el cine y la televisión que tomaba cada vez más peso. Lamentablemente no fue acompañada con una cultura de coleccionismo, tal vez por las crisis económicas y sobre todo, ese formato con varias historietas inconclusas que duraban meses o incluso años hasta llegar a su final. Por entonces los tomos recopilatorios eran algo muy raro y el destino de esas revistas distaba de ser el mejor, incluso cuando Oesteheld insistía en que las guarden porque iban a ser piezas de colección. Los álbumes de oro y ediciones especiales de Paturizito que fue una suerte de precursor de la hora cero tampoco eran vistos como objetos de colección.
Editorial Frontera (en donde se publicaba hora cero) no fue la única. Otras editoriales supieron compartir ese estandarte de calidad que incluso hoy se aplaude. De la conservadora Columba y sus estandartes El Tony y D´artagnan comenzó a surgir un imperio del cómic nacional y su otra era dorada. Su guionista estrella, Robin Wood, surgieron otros hitos como ese Martín Fierro sumerio, Nippur de Lagash, Mi novia y yo, Wolf, Jackroe entre otros. Hubo otros guionistas además de Robin que también escribieron clásicos para la editorial como Gustavo Amézaga (Manuel Morini) y Ray Collins (Eugenio Juan Zappietro). Record apareció en los setentas con Skorpio. Se animaron no solamente a los desnudos. Habían historietas que se jugaban en cuanto al contenido social e ideológico. Se lucieron autores como Carlos Trillo, Ricardo Barreiro, Ray Collins, Alberto Brescia y su hijo, Enrique, Juan Zanotto y tantos otros. Record supo apuntar a una mejor calidad en sus ediciones y si fomentó el coleccionismo. No pasó demasiado tiempo hasta que aparecieran obras clásicas recopiladas en tapa dura, o que insistieran en cuidar las revistas cuando sacaron las tapas duras para recopilar los primeros números. Esa visión madura y de buscar un respeto de la historieta como medio creció aún más cuando el señor Juan Sasturaín comenzó a editar la revista Fierro en los ochentas en una editorial bastante particular, Urraca. Allí surgieron algunas revistas políticamente incorrectas que supieron plantarse en la época de la dictadura y dar su visión de la época, Péndulo y sobre todo el dúo Humor- Superhumor. Si Columba había sido un lugar donde germinaban grandes personajes y Record una editorial que apuntaba a la calidad antes que la calidad, Fierro supuso la consagración de la historieta como medio artístico. Esa tradición que tenía la editorial de lo políticamente incorrecto fue visto como la posibilidad de romper esquemas en el plano artístico y buscar siempre ir más allá en cuanto a lo expresivo y a la calidad. Los autores se daban rienda suelta en obras como Perramus, que denunció la última dictadura con una dureza poética pocas veces vista. El Sueñero fue un delirio de aventuras antes de volverse peronista, aunque también hubo otras obras más serias como Evaristo, basada en la vida del Comisario Meneses. Parque Chas, tal vez la obra más ambiciosa de Barreiro y tantas otras.
A la larga las editoriales cierran. A Record le tocó en los noventa, Columba una década después. Desde entonces vivimos un nuevo paradigma en cuanto a ediciones. Por un lado están los fanzines que van desde obras insufribles (me arriesgo a decir el 70%) y otros que sorprenden por su calidad al punto de que rogamos tenerlos en buenas ediciones con los que esas obras se luzcan. Un poco mejores son las ediciones independientes. Por lo general aquí encontramos a autores que saben que están ofreciendo algo con una calidad que está por encima de la media y deciden arriesgarse a invertir en ediciones más que interesantes. De esto surgieron algunos autores como Dante Agrimbau, Max Aguirre y la gente de La productora. Finalmente están esas editoriales que se dedican a reeditar material clásico o inédito en ediciones un tanto más caras. A veces apuestan a nuevos autores que ya tienen su grado de consagración. Siempre publican obras completas o recopilaciones.
A pesar de que los tiempos y las formas de lectura han cambiado, la cultura de lectura de historietas en el país sigue vigente. Es cierto, los nuevos autores no tienen las facilidades de otros tiempos, pero hay medios como internet que les permiten acercarse a los lectores y a la larga (si tienen el talento suficiente) encontrarse con sus ediciones en papel. La historieta argentina supo sobrevivir a varias crisis, hoy está en una fase relativamente estable, sin embargo no tiene muchas posibilidades de crecer lo necesario para volver a esas épocas doradas.
lunes, 1 de septiembre de 2014
Trelew - La fuga que fue masacre
El documental de Mariana Arruti no trata solamente sobre la historia de una fuga. La directora nos deja claro que para ella la masacre de Trelew fue el preludio de lo que pasaría en la última dictadura militar Argentina.
Lo verdaderamente interesante de este documental es no caer de lleno en la demanda socio-política y dar una visión más integra de la mano de los protagonistas. En cierta medida, la directora buscó revivir la historia de la fuga embebida por esos ideales políticos por los que gran parte de la juventud luchaba en esos años. Hay muy pocos registros audiovisuales de lo que pasó, por ende, debe recurrir a testimonios para que las distintas voces nos narren la historia. Sorprende los distintos climas que van logrando y la forma en la que nos sumergen de lleno en los hechos. Las voces de los habitantes de Trelew son acordes a las imágenes de un pueblo cuya calma se rompe con llegada de los presos políticos. Las voces de los sobrevivientes le dan una fuerza distinta. A pesar de todo, aún recuerdan el plan de fuga como una aventura que terminó saliendo mal. Cuando uno de los sobrevivientes se vale de un croquis para contarnos la forma en la que planearon todo, se genera esa tensión de toda historia de fuga. No importa si compartimos o no las ideas políticas, la astucia y la sed de libertad son algo que atrae en todo relato y a pesar de que sabemos lo que terminó sucediendo, deseamos que salgan bien las cosas.
El idealismo juvenil y el sueño de libertad se rompen cuando el plan falla. Las voces de los sobrevivientes se cargan de frustración y sobre todo, miedo. Es aquí donde comienza la denuncia política y los opresores se convierten sutilmente en el lado monstruoso de la humanidad. Se convierten en el preludio de la última dictadura militar. Es inevitable que la balanza ideológica pese demasiado. Faltan los testimonios de policías, militares, autoridades de la prisión o políticos de aquel tiempo. En el documental aclaran que no quisieron dar testimonio, sin embargo parte de la labor periodística es encontrar esas voces que son necesarias para terminar de configurar un reportaje, para que el producto final sea lo más profesional posible y no peque de estar cargado de subjetivismo.
En líneas generales es un documental logrado al que se disfruta verlo. Logra revivir las emociones de la fuga, desde la llegada de los presos hasta el fusilamiento. El problema está en que al haber falta de voces, termina dejando la sensación de ser algo que quedó incompleto.
martes, 12 de agosto de 2014
Robot & Frank
La
ciencia ficción que impacta de verdad, no es la funcional a los efectos
especiales. Basta con que nos muestre algo que puede suceder, para que nos
llegue de verdad.
La vejez ha comenzado a afectar la memoria de Frank (Frank Langella) un ex ladrón de joyas solitario y un tanto huraño, que parece estar interesado solamente en los libros, y la bibliotecaria Jennifer (Susan Sarandon) a la que se acerca a pasos de tortuga. A pesar de los años, Frank aún tiene el arte de robar en las venas, cosa que lo lleva a meterse en problemas con personas que resaltan su pasado ante cualquier robo. Esto termina preocupando a su hijo, Hunter (James Marsden) que le regala, muy a su disgusto, un robot (Con voz de Peter Sarsgaard) para que se encargue no solamente de las actividades domésticas, sino además de algunas tareas recreacionales, como hacer un jardín, para así enfrentar el problema de memoria de Frank. Muy a su pesar, no sabe cómo alejarlo, cosa que otros personajes toman con mucha naturalidad, en especial Jennifer.
A pesar de la funcionalidad que tiene el robot, Frank descubre que no está programado para diferenciar entre actividades recreativas y las ilegales, después de todo, en la programación del robot está solamente tenerlo a Frank en actividad por su problema. Es aquí donde todo cambia, y la vida de Frank se centra en convertirlo al robot en su pupilo para dar un último golpe delictivo. Lamentablemente las cosas se complican cuando su hija Madison (Liv Tyler) no simpatizante de los robots se entera de esto y decide cuidar de su padre.
Es interesante la forma en la que Jake Schreier nos presenta un futuro cercano al nuestro en su primer largometraje. Aquí vemos una sociedad de transición, donde los androides han avanzado al punto de ser funcionales en la vida cotidiana, y de a poco la ciencia va cambiando muchas de nuestras actividades. El guion de Christopher D. Ford se luce con estos aspectos, e incluso impresiona como especula sobre el futuro de las bibliotecas, y llevar la frivolidad postmoderna a un grado preocupante. Las relaciones humanas cambian gracias a la ciencia, y nos deshumanizan sin que lo notemos.
Uno de los grandes aciertos que tuvo el director, es el ritmo tranquilo y dinámico, donde se centra más en los aspectos intimistas que en la ciencia ficción en sí. La fotografía resalta la comunidad donde viven los personajes, y se mimetiza con muchos aspectos, como la soledad o el interés en algo perdido. Es muy interesante como la naturaleza aún tiene su peso, y cumple un rol importante.
La película se centra en los problemas humanos, y es aquí donde se lucen Langella y Sarsgaard. Frank es un personaje complejo, terco y solitario. Langella logra captar ese dolor privado que lo ha llevado a elegir el modo de vida que tiene, sus preocupaciones e inquietudes. La forma en la que evoluciona con la aparición del Robot, es impresionante. Sarsgaard logra algo extraño: La frialdad de las máquinas con un vestigio de lo que podríamos llamar alma. Es impasible en toda la película, después de todo es un robot, cosa que nos la deja muy en claro aunque nos encariñemos con el personaje. La química que logran entre ambos hacen que la parte científica de la película termine siendo simbiótica a sus vidas, y nos centremos en lo que de verdad importa.
Hay algunos problemas, sobre todo en la construcción de personajes secundarios, que terminan siendo un tanto Clishés. La frivolidad que tienen algunas veces llega a molestar. El epílogo es bastante brusco, y deja algunos baches narrativos innecesarios.
El mayor logro de Robot & Frank es mostrarnos facetas interesantes de los seres humanos en una sociedad avanzada, donde hay una historia muy simple, entretenida, que nos introduce con mucha clase en ese entorno, y en algún momento se produce la magia.
sábado, 12 de julio de 2014
Usemos nuestra cultura en el arte
Algo que he notado al ver las exposiciones de artistas locales, como ¨Epic Art¨ o ¨Tinta Nakuy ¨ es el exceso de influencias que llegan a copias en las obras que presentan. Algunas obras terminan siendo un ¨a ver que tan parecido somos a los artistas japoneses de moda que a lo que soy yo¨
Está bien, cuando comenzamos a dar los primeros pasos en el mundo del arte, es casi una obligación caer en clichés o lugares comunes. Las influencias se dejan leer mucho más que de costumbre, e inclusive, muchas veces llegan a ser pequeñas sucesiones de plagio como dije.
En la historieta, esto se hace mucho más evidente. Los dibujos parecen fotocopias de algún artista o estilo de moda extranjero. Y en los guiones es muy típico encontrar protagonistas que tengan nombres como Kenishi Ikkaru o Blackrainbow, con sus kimonos, katanas, grandes mansiones y una gran lista de etcéteras. Una pena. Olvidamos algo muy importante: Nuestra cultura.
El gran error que he visto repetirse mucho, es el de darle mayor importancia a esa cultura extranjera y a lo ¨ exótico ¨ más que a la historia en sí, y a su vez, no deja desarrollarse mucho a los personajes, que casi siempre son híper-cool y no les cuesta demasiado cumplir su objetivo, en ese marco tan limitado y muchísimas veces se olvidan de lo fundamental: La historieta es un medio dinámico que sirve para divertir. Sufrir para sortear la adversidad. ¡Encima la libertad que da el dibujo nos ahora millones tanto en efectos como en locaciones!
Muchos a esta altura seguro van a estar buscando tomates en la heladera para jugar a San Fermín conmigo. ¡Piensen un momento! Parece muy difícil hacer interesante una historia, o peor, dibujar algo con lo nuestro. De hecho, casi es una tortura. Hay muchísimos elementos para aprovechar, y sobre todo, el conocer el terreno sobre el que van a jugar. Lo que vivimos día a día en nuestra sociedad es una fuente inagotable de historias. Los noticieros siempre brindan algo que puede ser explotado. El caminar por las calles, ver como se mueve todo el mundo, los horarios pico, las horas de relax, también ayuda mucho. Queramos o no, ese es nuestro hábitat, y ahí es donde está nuestra esencia. Es de ese entorno de donde va a salir lo que haga las obras únicas. Parece difícil, pero ustedes quieren ser buenos artistas ¿No? Así pensé. Quemen unas cuantas neuronas, porque se puede hacer interesante hasta el verdulero de la vuelta de casa. Algo que seguro habrán escuchado mucho, y lo resalta una autora ganadora del nobel, Nadine Gordimer ¨ Un artista refleja de una u otra manera su propio tiempo y entorno ¨
Los personajes van a tener mucho más de ustedes, y por ende, van a ser mucho más complejos y van a interactuar mejor con el entorno. El héroe va a cambiar radicalmente, pasando de ser un tipo que las tiene todas fáciles, a una persona de carne y hueso que va a tener que pelearla en serio. Siempre va a ir creciendo y superándose de acuerdo a lo que tenga que enfrentar. Sean enemigos, o el propio entorno hostil. Donde mejor podemos apreciar esto es en Dragon Ball y Saint Seiya. Latinos y nuestros, Juan Salvo (El Eternauta) Dago, Nippur de Lagash, Blacksad, Las chicas de Gullem March (Amé su obra Laura!)
Siempre va a haber un punto de inflexión que va a marcar un antes y un después, y los convertirá en héroes. Por ejemplo: Nuestro amigo el verdulero se ha metido como agente encubierto en la mafia local. La policía lo usa, y la mafia piensa en el como carne de cañón. Lo único que quiere es llegar hasta el cacilla de la gente que hizo caer a su hijo, que está a internado muy grave y redimirlo sin caer en la venganza. Difiere de: Ikkari kimota que busca venganza de Mattosai. Luchan una batalla épica con Katanas, y Mattosai muere al final ante los ojos de esa joven que ha vuelto a amar a Ikkari. Mucho más interesante lo primero ¿No?
Un gran estudioso del cómic, Juan Sasturaín, dijo una vez ¨ Es increíble que en países donde vivieron aventureros, hoy no haya escritores de aventuras ¨
La aventura moderna, de la línea de Oesterheld, Robin Wood, o inclusive Carlos trillo, convierte a las personas comunes en héroes al someterlos a presiones externas enormes, o contra un entorno hostil que rompe su vida cotidiana. Es aquí donde se ve la astucia, la lucha que hace crecer al personaje, y por supuesto, al autor. Esa ley de no hacer feliz al personaje hasta el final, siempre sirve. Los personajes que tienen todo en contra son siempre mucho más interesantes. Por algo Batman tiene más admiradores que Superman. O Kenzo Tenma vs Naruto.
A los dibujantes les toca bastante interesante también. Van a tener que sentarse a ver la gente, dibujar locaciones e investigar. Altuna retrató Buenos Aires en el loco Chavéz.
Solano López hizo un recorrido histórico con el primer Eternauta, Condorito nos da una imagen única de Chile, Mortadelo y Filemón con España, y en Fantomas retratan como nadie a México.
Es hora de darle eso único a sus obras.
lunes, 7 de julio de 2014
Star Trek: Deuda de honor - Chris Claremont & Adam Hughes
Los X-men son como una maldición en la carrera de Claremont. Su primera etapa es uno de los grandes clásicos del cómic americano, y sin dudas ha sabido convertir a un cómic en una franquicia. Por más que escriba otras cosas fuera de este universo, siempre queda esa sensación de que leemos X-men. Cuando se publicó “Star Trek: Deuda de honor” en los 90s, nos sorprendió a todos porque logró algo que se sentía más Star trek que aquello que dirigió nada más y nada menos que por el señor Shatner. En esta novela gráfica, que está ambientada un poco después de la cuarta película, Claremont tomó como eje central de la historia los ataques de unos seres desconocidos que siempre ponen en jaque a los personajes cuando atacan sus naves. Las sagas del espacio y este tipo de enfrentamientos son algo a lo que nos tiene acostumbrados el autor. Se siente cómodo construyendo esas atmósferas claustrofóbicas y desesperantes de las que los protagonistas apenas logran escapar sin entender del todo que fue lo que los atacó. En parte, recuerdan a esos episodios de X-men ilustrados por Dave Cockrum en los que se enfrentaban al nido, pero se aleja de su maldición gracias a su sapiencia de Star Trek, el conocimiento de los personajes y la capacidad de caracterización que tiene. Lo verdaderamente interesante, es que estos encuentros se dan a lo largo del tiempo y se relacionan mucho con la historia tanto de la serie original, como de las primeras películas. Claremont es muy hábil a la hora de tomar hilos tanto de tramas, e incluso personajes, para ir construyendo un entramado de lo más interesante y logra algo que necesitaba la era de Kirk y Spock: Una historia en donde se sienta una conexión, así se convierta en una saga y no aventuras sueltas. Hay mucha complicidad entre la tripulación del Enterprise y se nota que han pasado años juntos. La química entre el gran trío es impecable, Bones McCoy logró refinar su sarcasmo, Spock mas sabio y Kirk aparentemente sienta cabeza. La lealtad y la amistad que existe entre ellos y otros que conocimos tanto en la serie, como en las películas, brilla cuando van descubriendo más de esos seres a los que enfrentó Kirk. En esas batallas, siempre tuvo una aliada inesperada, la vulcana T’Cel. Ella se termina convirtiendo en un reflejo femenino de Kirk. No por nada le da ese toque de amor trágico que termina de darle los matices que la historia necesita. Con tantos personajes hay muchos diálogos. Son interesantes y muy profundos a veces, sin dejar de ser divertidos. Como es costumbre en el autor, demasiado extensos. Hablan tanto que a veces se vuelve pesada la lectura y uno se encariña de los seres porque no hablan.
Si a Claremont le tocó un trabajo importante para caracterizar a los personajes, Adam Hughes tuvo que hacer el doble a la hora de documentarse. Hay tantas referencias a escenas específicas, que corría el riesgo de quedar en ilustraciones estáticas que las imiten. Juega siempre con el dramatismo que tienen para darles mucha fuerza y la elegancia que tiene su estilo. Las expresiones y gesticulaciones son impecables. Sorprende incluso que a secundarios que no vimos desde la serie original, les haya dado las facciones que tendrían por el paso de los años, la más notable en esto es Jame Finney, también muy bien caracterizada. Incluso consigue reflejar de manera sutil la sobre actuación de Shatner cuando personifica a Kirk y esa dulzura que a veces dejaba escapar Spock mayor. Le falta espectacularidad en las batallas de naves, pero eso no es problema, porque la mayor parte de la historia pasa dentro de ellas.
Cuando autores que son fanáticos de una franquicia ponen pasión, muestran la riqueza de historias y personajes que hay en Star Trek. Deuda de honor es una de esas novelas gráficas a las que terminamos imaginando inevitablemente como la gran película que no fue. Es una gran historia que tiene algunas fallas típicas de Claremont. El dibujo de Adam Hughes tiene la fuerza y la dinámica elegante que nos recuerda que es un cómic. Un excelente cómic.
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