sábado, 21 de junio de 2014

Los combates cotidianos - Integral - Manu Larcenet




Cuando comencé a leer esta serie, no me esperaba darme con un cómic tan profundo. Las primeras
páginas son livianas, y la forma en la que nos presentan a los personajes es un tanto irónica. Hay algo que comienza a aparecer de a poco. Desde que Marco, un ex fotógrafo de guerra busca alejarse de todo, incluso su trabajo, en las montañas; su verdadera personalidad comienza a aflorar. No lo vemos en las sesiones con los psicólogos, sino en las pequeñas cosas que dan forma a la vida, es decir lo cotidiano. Esos momentos aparentemente simples en los que está con su familia, Émilie su novia o incluso, peleando, son los que realmente nos dejan ver su ser, y la riqueza de personajes que hay en este cómic. El trabajo en la psicología de todos es sorprendente, Marco con sus ataques de ansiedad y la carga de problemas con los que carga, no es el único que encierra sorpresas. Tampoco es el único que se comporta de maneras inesperadas, pero creíbles. Cada personaje es una vida que se cruza con la de Marco. Él va encontrando y aceptando de a  poco eso que necesita, a veces con golpes muy fuertes de por medio. Lo ayudan a avanzar por esos terrenos por donde ni pensaba transitar,  como comenzar una relación seria o explorar otros terrenos como fotógrafo. Es interesante que cada tanto aparezcan páginas en las que hay una introspección con monólogos por parte del protagonista en los que analiza lo que está pasando. A su vez sirven de corte entre secuencias, que le da mucha elegancia a los saltos temporales y a los cambios de temática que por ahí se ven. El contexto también tiene un trabajo brillante, después de todo, en la vida hay más cosas que la búsqueda de uno mismo, estamos inmersos en un ambiente social, político y cultural cargado de historia.
Cambia de forma que no siempre es agradable. Marco decide dar su aporte en esa lucha para que las cosas se den de una forma más o menos agradable para los personajes, lo que le termina dando una carga social y política un tanto más importante en el último tomo.


El dibujo sigue una línea aparentemente simple. Dentro de una línea que roza lo caricaturesco con trazos sucios, le da una dimensión muy interesante a la historia. Los personajes son muy expresivos en todo nivel. Logra expresar lo que sienten incluso con cosas tan simples como cuando miran al vacío, o la forma en la que miran una fotografía.  Cuando tiene que haber introspección, nos damos con cierta poesía gráfica, que no rompe demasiado la línea del cómic.  

Aunque no lo sepamos, esas piezas que van armando nuestro ser están más cerca de lo que pensamos. Si llegamos a perder alguna, está en nosotros volver a darle forma, llenando ese espacio. Es parte de crecer. No es algo fácil, Manu Larcenet lo deja en claro en las páginas de Los combates cotidianos con la búsqueda personal de Marco. Obras así se merecen un lugar destacado en nuestras bibliotecas.

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