domingo, 1 de junio de 2014

La vuelta al mundo en 80 días - Löic Dauvillier & Aude Soleihac



El problema con las adaptaciones de los clásicos literarios, es que siempre están atadas a discusiones. Es cierto que hay tantas versiones que generan dolores de cabeza importantes a los que quieran llevarlos al cine. En el teatro no es tan grave, se puede respetar mucho más la estructura del original sin tener que buscar esos “giros artísticos” y por lo general salen bien. En el cómic por lo general estaban demasiado reducidas. No lograban bien el paso del lenguaje literario al del noveno arte y eran demasiado frías. Con el tiempo le fueron agarrando la mano. Se respetaron los tiempos narrativos, y el mismo paso al cómic obligaba a que busquen esas variantes de las que les había hablado. Tal vez el ejemplo más conocido de estas grandes adaptaciones sean los cuentos de  Conan, obra de Robert Howard en los 70s. Roy Thomas y Barry Smith dieron lugar a un clásico.

Hace poco, me di el gusto de revivir la obra más famosa de Julio Verne, “La vuelta al mundo en ochenta días”. Devoré la mayor parte de su bibliografía durante mi infancia. Inevitablemente hay libros que recuerdocon más cariño como “Viaje al centro de la tierra”, “Robur el conquistador” y por supuesto esa aventura que me hizo viajar alrededor del mundo. Lo que me llamó la atención fueron los dibujos de Aude Soleihac que se alejan de la estética academicista. Su estilo relajado, recuerda en líneas generales a Hergé en los setentas. También hay influencias de dibujos animados franceses. Gracias a esto, le da un dinamismo narrativo enorme  tanto en composición como en el minimalismo de detalles. Incluso llega a dar la impresión de que planearon realizar una película animada, pero optaron por algo más barato, el cómic. Sabe representar muy bien la época, y se nota que hubo un trabajo de investigación bastante importante, por lo que respeta y actualiza a la obra.

Löic Dauvillier hizo fluir en las ciento cincuenta páginas casi toda la historia, sin forzar o acelerar nada. Para
que las aventuras funcionen bien, hay que darles un muy buen ritmo y el espacio justo para la acción y laslocaciones exóticas.  En ese sentido, se luce por la forma en la que logra el cambio de formato al cómic. El problema está en que no da mucho lugar para desarrollar los personajes. En algunas partes se pierde el motor motivacional y lo que están sintiendo. Incluso el mismo  Phileas Fogg se vuelve frío y Jean Passepartout, su mayordomo, termina robando protagonismo. Lo que Dauvillier busca es una versión más entretenida, centrada principalmente en la acción, que se lea rápido.  Lo hizo con pasión, se nota y eso que les comenté de los personajes no termina afectando tanto la lectura. 

Esta es una de las adaptaciones más dinámicas y divertidas que he leído. Löic Dauvillier y Aude Soleihac respetan muchísimo la obra de Verne, pero le dan un toque distinto por la forma en la que decidieron pasarla a cómic. Este soplo de aire fresco le hacía falta. 

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