Cuando a Dc se le ocurrió traer de vuelta a la vida a Olliver Queen, un personaje sin poderes y que encima había muerto en una explosión, le tocó a Kevin Smith encontrar la mejor forma de revivirlo. Smith es uno de esos autores a los que se les nota que tienen amor por el cómic y además conoce bien las técnicas de guión. En el primer número de la saga Carcaj (Quiver) nos enteramos del vacío que dejó la muerte de Ollie en su entorno. A pesar de haber sido una persona llena de errores, se hacía querer y dejaba una marca. Es un buen recurso que utiliza para hacer un pequeño repaso de lo que fueron los momentos más importantes del personaje. Al final de este número, Stalney Dover se encuentra con un vagabundo que usa flechas truco hechas con basura. Es Ollie.
Cuando regresa, hay algo diferente. Su mentalidad y forma de expresarse se parece a la de la liga de la justicia en la etapa de Gerry Conway o Dennis O’Neil. Hay mucho que no recuerda, y se desconcierta cuando se encuentra con los otros súper-héroes cambiados a como los recordaba. Lo curioso es que a pesar de que hay algo que no está del todo bien, solamente el gran paranoico de Batman duda de si Ollie volvió realmente a la vida. En estas escenas de reencuentros brilla la maestría de Smith a la hora de construir diálogos. La ironía y los chistes para fanáticos del cómic son geniales y logran generar nostalgia. A medida que pasan los números la naturaleza heroica de Ollie se hace evidente, como por ejemplo, cuando rescata de la explotación sexual a la adolescente Mia Dearden. Sin embargo lo que intriga es saber cómo volvió a la vida.
Hay otra trama que se va desarrollando de a poco y tiene relación con el regreso. Aquí Stanley Dover cobra mucho peso cuando pasa de ser un personaje benefactor a un ser bastante siniestro que quiere aprovechar la vuelta a la vida de Ollie para sus fines.
Carcaj es una historia simple, pero ejecutada con mucha maestría donde Smith homenajea a los cómics clásicos y se preocupa en lograr algo fundamental, divertirnos y emocionarnos. La vuelta de Ollie termina siendo una gran historia de reencuentros.
Si hay algo que caracterizó a esta nueva etapa de Green Arrow, fueron los secundarios como una suerte de familia de súper héroes al estilo Starman en los noventas. En batman se intentó algo así, pero convengamos que no es alguien exactamente normal. Aquí se cuidan y aprenden entre ellos sin dejar de divertirse. Lo que le da mucho peso emotivo es la forma en la que Ollie intenta acercarse a su hijo biológico, Connor para recuperar el tiempo perdido. En la segunda saga “El sonido de la violencia” esto tiene un peso enorme. Onomatopeya, un asesino de súper héroes que no pronuncia más que eso, le dispara en la cabeza. Cuando se enteran de que está en terapia intensiva, hay momentos emotivos muy fuertes que se cortan de golpe cuando Onomatopeya se entera de que Connor sobrevivió y va a terminar el trabajo en el hospital donde está internado.
En estos números logra tensiones enormes, en especial cuando muestra lo vulnerables que pueden ser los protagonistas al punto de que llegamos a sentir su desesperación.
“El sonido de la violencia” es un trhiller en estado puro que nos obliga a quedarnos hasta el final.
El dibujo de Phil Hester sigue un poco la línea de Tim Sale. Es limpio, minimalista y domina la composición de página. Donde resalta es en el dinamismo que sabe darle a sus dibujos. Se siente cómodo dibujando secuencias de acción y peleas. En los momentos tranquilos se siente cómo que están preparados para lo que sea. Las portadas de Matt Wagner se lucen bastante en cuanto a la composición, también minimalistas que simplifica la historia de cada número con muchísima elegancia.
Fue bastante interesante volver a hojear las páginas de Green Arrow anteriores a los nuevos 52, más en concreto los números de Kevin Smith y Phil Hester del 2001. En estos números la serie comenzó con mucha fuerza y actitud. Fueron dos historias que le dieron el lugar que Green Arrow necesitaba en el universo Dc y sirvieron de empujón para que lo que siguiera mantuviese un nivel digno hasta el final.
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