En el mundo independiente del cómic no hay que buscar las obras maestras. Llegan gracias al azar.
Me gusta leer cosas livianas e infantiles cada tanto y los cómics sin diálogo cuando funcionan bien, tienen una magia particular. Lo que no me esperaba, era una obra profunda con varios niveles de lectura al más puro estilo del Principito.
La historia trata sobre la vida de un perro que recibe por correo un robot para armar. Tienen una amistad bastante linda y simple hasta que el robot se oxida en la playa y el perro lo abandona. A medida que pasan los meses, siente culpa e impotencia por no poder recuperar a su amigo, e intenta llenar ese vacío con nuevas amistades como una familia de patos, osos hormigueros e incluso un muñeco de nieve. Por una u otra razón, que va desde las incompatibilidades de hábitos a la fragilidad de la vida, no logra adaptarse a nuevas amistades y el vacío sigue. El robot está tirado e inmóvil en la playa, lo único que puede hacer es imaginar y soñar que el perro lo rescata al fin y que la amistad sigue, no siempre de manera idealizada. Otras veces sueña con nuevos comienzos, nuevas amistades, pero Sara Varon siempre nos recuerda el estado en el que está el robot.
La genialidad del cómic está en la forma en la que la autora logra narrar de manera muy simple de la que se encuentra en la literatura infantil y sin diálogos, una historia que trata sobre la necesidad de amistad. Le basta con pequeñas acciones y gestos para transmitir lo que están sintiendo los personajes desde la calidez de la amistad hasta la culpa y soledad. Cuando quiere resaltar algo, lo hace dejando una sola viñeta en la página en blanco, el efecto que logra es un grito de lo que está pasando por la cabeza de esos personajes que no dicen una palabra. De hecho, la historia en sí es una metáfora que nos hace comprender la manera en la que las relaciones humanas van y vienen, cosa que hace que muchas veces seamos crueles, incluso sin pensarlo. Hay algunos chistes muy sutiles que son funcionales a todo esto, no llegan a sacar carcajadas, pero si ese toque dulce y el encanto necesario en las historias infantiles.
El dibujo es muy simple, no tiene grandes aspiraciones más que la de ser funcional a la historia. Funciona perfecto, con pocos trazos logra situaciones cotidianas con algunos guiños a la cultura comiquera. El robot se parece al que aparece en Laputa de Miyazaki, Sara Varon lo muestra cuando ven la película. Las expresiones faciales también están muy logradas dentro de esa línea. El coloreado también es simple, un tanto básico pero muy efectivo para generar los climas. Como les comenté, donde se luce es en el manejo de la narrativa comiquera y el uso de las secuencias para expresar con tanta maestría los sentimientos de los personajes.
Hay grandes obras donde uno menos se lo espera. La amistad entre un perro y un robot es una gran metáfora sobre las relaciones humanas, que incluso llega a doler.