Hay
mezclas que son aparentemente raras. Parece más raro aún que funcionen y se conviertan en clásicos. Cuando
Jeff Smith comenzó a escribir Bone a principios de los noventa, pocos imaginaban
que iba a terminar siendo una historia tan épica como el señor de los anillos. En los primeros números, el aire caricaturesco
que tienen los Bone, sumado a una influencia de escritores de aventura
infantil, le daban un aire fresco. Sin embargo apuntaba mucho más al tipo de
historias a las que nos tuvo acostumbrados Carl Barks cuando escribió el Pato
Donald. Jeff Smith iba sembrando de a poco las semillas para que el cómic tome esos giros que lo llevarían al nivel
épico del que les hablé.
Por culpa de Phobey Bone y su avaricia capaz de competir contra la de Scrooge
McDuck, fue que los tres primos Bone terminaron exiliados de Boneville.
Mientras discutían en el desierto por esto, una nube de langostas los obligó a
huir, haciendo que se separen. Fone Bone, el más heroico de los tres, termina
en un lugar llamado “El Valle” donde es natural que animales y bichos hablen. También
existen peligros, como las Monstrorratas, que lo hacen pasar muy malos ratos y
huidas divertidísimas. En ese Valle es donde conoce a Thorn, una chica que de a
poco le va mostrando ese mundo. Juntos van descubriendo algo que se está
orquestando mientras buscan y encuentran de forma muy casual a sus primos.
En el universo de Bone, Jeff Smith logra algo a lo que aspiran muchos y pocos
consiguen: el amor a primera vista del lector con el cómic. La historia es
siempre divertida y muy, pero muy dinámica.
El estilo gráfico de dibujo animado le da una magia bastante particular,
que le da mayor fuerza a todo. Pero hay algo más allá de lo llamativo que sea
visualmente y su maestría para narrar. Sabe manejar los tiempos del cómic,
tiene una gran capacidad para crear personajes. A la hora de definirlos en este
tomo, lo hace mayormente a través de situaciones cómicas, cotidianas (De ese
mundo) o de aventuras. Gracias a esto es imposible no encariñarse con esos
personajes tan pintorescos y preocuparnos por lo que les vaya a pasar, o peor,
por lo que Phobey Bone esté planeando. La forma en la que interactúan y fluyen
los chistes en sus diálogos es sorprendentemente natural y dinámica. Hay momentos en los que es imposible no soltar
una carcajada y otros en los que nos enternecemos. Los Bone están influenciados sin lugar a dudas
por Pogo de Walt Kelly y por las historietas clásicas de Disney. Sobre todo las
del Pato Donald y su era dorada de la mano de Carl Barks donde hubo una galería
de personajes inolvidables, cosa que se nota en este tomo.
En medio de toda esta construcción del mundo en el que no faltan gags, ni aventuras,
el elemento fantástico se va
introduciendo de a poco. La aventura va dando lugar a algo mucho mayor en donde
se deja entrever una historia de reyes caídos, una guerra pasada y algo muy
grande y peligroso que se está orquestando. Es interesante como los personajes
del Valle esconden lo que saben de esa historia y como Thorn con los Bone va descubriéndola
y relacionándola con lo que está comenzando. Smith sabe que esas situaciones que pueden
darse en momentos de paz nos hacen comprender el peso de esa guerra que se está
gestando. Como lectores nos preguntemos sobre eso terrible que va a pasar, pero queremos que
pase y se develen los misterios. También nos preocupa que pueda sucederles a
los personajes. En ese sentido, el trabajo en este tomo es brillante.
Leer “Lejos de Boneville” es como abrir un cofre donde sabemos que hay un
tesoro de nuestra infancia. A medida en que las cosas van a apareciendo, nos
divertimos y maravillamos. Pero también mueve otras cosas más profundas que
hacen que nos enamoremos de la serie. Sin dudas es toda una experiencia que
vale la pena vivirla.
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