Seguimos con los festejos, ahora del mundo del cómic de la mano de Tortugas ninjas con nombres de pintores renacentistas. Hace treinta años, Kevin Eastman y Peter Laird publicaron en la editorial independiente Mirage el primer número de “Teenage Mutant Ninja Turtles”. Su intención era que sea un número auto conclusivo para satirizar series que estaban de moda y a su vez tomar elementos de ellas. Por ejemplo “Cerebus” de Dave Sim en cuanto a lo ácido y la estética visual, “Ronin” y “Daredevil”, ambas de Frank Miller, en cuando a la temática ninja. Con Daredevil la cosa va más allá, el clan de la mano aquí pasa a ser Foot clan (Clan Pie) y llegan a compartir origen con el personaje. El isótopo radiactivo que lo deja ciego y da poderes a Matt Murdock cae a las cloacas, donde convierte en seres antropomórficos a cuatro tortugas y la rata mascota de un maestro de las artes marciales.
El primer número fue redondo en todo sentido, presentaba el origen de las tortugas, un némesis peligroso, Shredder. La historia que englobaba todo y llevaba a un climax inevitable en donde las peleas se lucían. Al igual que otras series también satíricas como “The Tick” o “Howard the duck”, tuvo una identidad muy definida desde el primer momento. Eastman y Lair supieron configurar muy bien el universo de las cuatro tortugas dentro de una estética de cómic under. No fue una obra maestra, pero entretenía mucho y era algo muy original. La serie se convirtió en un hito dentro del cómic independiente hasta romper barreras para terminar en una editorial mainstream, Archie Comics.
A partir del segundo número, donde comienza la saga de los mouser, unos robots caza ratones, deciden darle una continuidad con sagas que se interconectan unas con otras. Donde parece que van a terminar, dan giros con Cliffhangers, ampliando el panorama y a la vez el universo de las tortugas. A su vez el reparto de secundarios va creciendo con personajes muy interesantes como April O'Neil, Casey Jones y los Krangs. Desde la saga de los Mouser, la serie va más allá de la temática ninja, hacia terrenos de ciencia ficción, aventuras y fantasía, siempre manteniendo su esencia más oscura y seria que en los dibujos animados. Eastman y Laird apuntan siempre a lo original y divertido sin ponerse límites creativos en ningún momento. Van al terreno que quieren con mucha libertad. Se divierten con los pies en la tierra, cosa que se nota mucho en el cómic.
Las personalidades también están muy definidas desde un primer momento. El personaje que llama más la atención y logra un buen grado de protagonismo es Raphael, antihéroe, volátil y violento que luchaba contra el liderazgo y la serenidad de Leonardo. La editorial Archie al ver que no iba a funcionar en un mercado infantil, lo descafeinó haciéndolo un personaje cómico que hacía chistes sarcásticos. Una lástima.
En cuanto a dibujo, se las arreglan bastante bien dentro de sus limitaciones técnicas. Se manejan muy bien en las escenas de acción, que si bien son un poco tocas, logran un buen grado de dinamismo y claridad. No tienen grandes problemas a la hora de crear ambientes tanto urbanos, como mundos de ciencia ficción y criaturas extrañas de toda índole, donde brilla al máximo su imaginación a la hora de crear. A medida que pasan los números, su estilo se va refinando dentro de la estética under. Dejan de ser tan toscos, pero no dejan las composiciones oscuras y sucias.
Desde los primeros números nos damos cuenta por que las tortugas se han ganado su espacio dentro de los clásicos del cómic. Es una serie, que si bien tiene un toque bastante oscuro, es principalmente divertida y muy original. Sus creadores dan rienda suelta a una imaginación enorme en donde se ve que disfrutan al máximo y le ponen pasión a lo que están haciendo.
El primer tomo de norma recopila los seis primeros números y el especial Raphael
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